LyS por la Independencia (la plaza)
Fuera del programa de carreras de la AAU, tuvimos una actividad organizada por el grupo Andresito, que tuvo grandes pasajes para ser presentada en una crónica.
En primera instancia estamos hablando de una carrera un sábado de tarde, algo que nos viene bien de cara a las actividades futuras. La distancia inusual (12 km) y el recorrido que atravesó varias arterias del centro de Montevideo como Gral. Flores, Avda. Libertador y 18 de Julio le dio un pintoresco marco.
La presencia lujuriosa fue por demás escasa. Los hnos. Dogliotti y el capitán fueron la escueta, pero notoria presencia del equipo. Las excusas y/o pretextos para no concurrir fueron de lo más variado que se les pueda ocurrir. Aspectos físicos, económicos, políticos, filosóficos, meteorológicos y me animaría a decir que hasta psicológicos en algún caso. El apoyo externo corrió por cuenta de Leticia, de baja por lesión, y Nathalia, haciendo un esfuerzo para permanecer en las instalaciones del comando del ejército sin prender fuego nada y perdiendo una uña en el proceso.
De la carrera propiamente dicha, decir que largamos todos juntos, léase menores y mayores, quedando a la expectativa de dónde era el punto para el retorno de los pequeños atletas. Algunos, como el amigo del Banco República, se enteraron un Km. y medio después de que tenía que volver. Nuestra mayor solidaridad con varios gurises que perdieron una carrera porque no tenían una señalización clara. Si a eso le sumamos que no pasaron por el único puesto de agua, que aprovechaba el recorrido que iba y venía por Libertador, la conclusión no puede ser otra que la mala organización del evento. No es usual para nosotros detenernos en las críticas, pero no se puede dejar pasar por alto tamaño descontrol.
Eso teniendo en cuenta que pudimos llegar sanos a pesar del tránsito pesado que el recorrido presentó. Más de uno tuvo que esquivar algún vehículo, y quién suscribe casi se vuelve al Cerro en un 370, pero sin pagar pasaje.
Bueno, los efectos de la carrera del Cerro, seis días antes de la reseñada aquí, se hicieron sentir. Con los atenuantes antes reseñados, tiempo de entrenamiento para Renzo, que por fin largó el pijama como principal novedad, y buena tarea de Pablo, que cumplió estrictamente con su predicción de 50 minutos para la distancia. El capitán pago tributo a su falta de estado físico, y aunque en principio manifestó su tranquilidad para cumplir el trazado, la salida palpitante le jugó en contra y se arrastró en todo el trayecto de regreso. Al finalizar comentó que su señora madre, conocida por todos como “la Teresa”, se hizo presente en la principal avenida dando sus característicos gritos de apoyo.
En el final, destacar el repertorio de la banda del ejército, con temas como “Clara” y “Vasos vacíos”, sumando la extraordinaria voz solista de Virginia Fernández, una grande con la cual no pudimos tener proximidad por estar en el medio de la cancha de fútbol, no fuera cosa que nos pusieran en la mira.
Fuera del programa de carreras de la AAU, tuvimos una actividad organizada por el grupo Andresito, que tuvo grandes pasajes para ser presentada en una crónica.
En primera instancia estamos hablando de una carrera un sábado de tarde, algo que nos viene bien de cara a las actividades futuras. La distancia inusual (12 km) y el recorrido que atravesó varias arterias del centro de Montevideo como Gral. Flores, Avda. Libertador y 18 de Julio le dio un pintoresco marco.
La presencia lujuriosa fue por demás escasa. Los hnos. Dogliotti y el capitán fueron la escueta, pero notoria presencia del equipo. Las excusas y/o pretextos para no concurrir fueron de lo más variado que se les pueda ocurrir. Aspectos físicos, económicos, políticos, filosóficos, meteorológicos y me animaría a decir que hasta psicológicos en algún caso. El apoyo externo corrió por cuenta de Leticia, de baja por lesión, y Nathalia, haciendo un esfuerzo para permanecer en las instalaciones del comando del ejército sin prender fuego nada y perdiendo una uña en el proceso.
De la carrera propiamente dicha, decir que largamos todos juntos, léase menores y mayores, quedando a la expectativa de dónde era el punto para el retorno de los pequeños atletas. Algunos, como el amigo del Banco República, se enteraron un Km. y medio después de que tenía que volver. Nuestra mayor solidaridad con varios gurises que perdieron una carrera porque no tenían una señalización clara. Si a eso le sumamos que no pasaron por el único puesto de agua, que aprovechaba el recorrido que iba y venía por Libertador, la conclusión no puede ser otra que la mala organización del evento. No es usual para nosotros detenernos en las críticas, pero no se puede dejar pasar por alto tamaño descontrol.
Eso teniendo en cuenta que pudimos llegar sanos a pesar del tránsito pesado que el recorrido presentó. Más de uno tuvo que esquivar algún vehículo, y quién suscribe casi se vuelve al Cerro en un 370, pero sin pagar pasaje.
Bueno, los efectos de la carrera del Cerro, seis días antes de la reseñada aquí, se hicieron sentir. Con los atenuantes antes reseñados, tiempo de entrenamiento para Renzo, que por fin largó el pijama como principal novedad, y buena tarea de Pablo, que cumplió estrictamente con su predicción de 50 minutos para la distancia. El capitán pago tributo a su falta de estado físico, y aunque en principio manifestó su tranquilidad para cumplir el trazado, la salida palpitante le jugó en contra y se arrastró en todo el trayecto de regreso. Al finalizar comentó que su señora madre, conocida por todos como “la Teresa”, se hizo presente en la principal avenida dando sus característicos gritos de apoyo.
En el final, destacar el repertorio de la banda del ejército, con temas como “Clara” y “Vasos vacíos”, sumando la extraordinaria voz solista de Virginia Fernández, una grande con la cual no pudimos tener proximidad por estar en el medio de la cancha de fútbol, no fuera cosa que nos pusieran en la mira.
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