Agradeciendo este espacio que me dejan mis compañeros, me permito contarles algunas experiencias vividas antes, durante y después de una nueva etapa del campeonato de media maratón.
Una buena previa de un buen capitán debe venir de varios días atrás. A medida que nos acercábamos a la fecha de carrera, los lujuriosos optaban por practicar sus artes pedestres (¡¡¡no confundir con pederastras!!!) en la 10k de Reebok, lo cual me terminó dejando sólo para la defensa de nuestros colores. Felicitaciones por el buen desempeño a tod@s.
Debo decir que no tuve las mejores 48 horas previas para afrontar este esfuerzo. Noche de Viernes con un cumpleaños-fiesta de disfraces donde fui una hada y me divirtió bastante. Tarde de Sábado con la preparación del festival de la murga joven donde salgo, con carga de cajones de bebida y amplificación, entre otras tareas de desgaste, sin el descanso adecuado. Medianoche de Sábado parto del festival para dormir al menos una hora con el resto del escuadrón 21, léase Nathalia, Víctor, Ancelmo y yo.
05:30 partimos desde Tres Cruces, no sin antes pasar por el vértigo de tener que tomarnos un taxi estando a ocho cuadras para llegar justo a tiempo, al punto que compramos los pasajes y el muchacho de ventanilla le dice al chofer: "aguantá que ellos van con ustedes".
Dos mates y otro rato de sueño para amanecer en el bellísimo parador Salus, punto de comienzo y fin de la contienda. Un buen rato de pachorra, junto a la comprobación de que hay dos paradores en el mismo lugar: el top, top, top y el espacio familiar, donde hicimos el aguante hasta el inicio del trayecto.
Sabía que no iba a fácil la jornada, por los motivos antedichos, pero tuve la fortuna de encontrarme con el gran compañero que es Horacio Nova, un muchacho que corre libre y que anda muy bien, que venía con poco entrenamiento, poco para él, claro está, y nos hicimos yunta hasta la mitad del recorrido. En el km 6 se apareció ante nosotros la whiskería "Momentos", y más de uno reconoció que la lujuriosa tenía que hacerse presente por allí.
La vuelta, luego de tirar a 4´33"/km, sabía que iba a ser complicada, por lo que me desprendí de la grata compañía y remé lo que quedaba del camino, bajo un sol constante por plena ruta 8. El desgaste pagó peaje en la entrada al parador, donde varios colegas me superaron, pero iba con la tranquilidad de llegar y no hacer locuras por 20 o 30 segundos más.
Prontamente nos pusimos en campaña para ir a Minas, pero nos llevamos la sorpresa de que la supuesta locomoción que había para volver no era otra que los buses que ingresan habitualmente al parador. Nos hicimos al camino y la camaradería corredora no se hizo esperar. La primera camioneta abierta atrás (no sé si suena muy feo pero es así que se dice) que llevaba a compañeros de Halcones, que amablemente nos arrimaron hasta la propia terminal minuana, para marcar pasaje de retorno, y poder compartir luego un gran almuerzo con la familia de Víctor en su casa.
La próxima de 21k es la última del año en Piriápolis. Ya como paseo es harto recomendable, y ojalá podamos compartirlo con más lujuriosos. Ah, les cuento, el día antes canto con la murga a las 10 de la noche. Otra linda previa, no??
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